18 de mayo de 2016

La valentía se mide en pequeños gestos.




Las personas más valientes que conozco no son aquellas que consiguen grandes logros, sino aquellas que día a día consiguen cambiar el mundo con pequeños gestos.

A diario intento mantener un delicado equilibrio entre mi rol de madre diversa y mi lado más profesional como maestra. No es fácil, las líneas que dividen ambos lados de la moneda que soy a menudo se entrelazan y se funden. Hay veces en las que veo situaciones injustas y respiro y continúo, hay veces en que no respondo ante algunas actitudes por no empeorar la situación.

Hoy no ha sido así, hoy he respondido. En una formación con más de treinta maestros, una de las maestras ha preguntado al formador cuales eran los indicadores para saber si un alumno con diversidad funcional debía continuar escolarizado en la escuela ordinaria. Y no se, de repente me he encontrado respondiendo.

“Todos los niños tienen derecho a recibir una educación inclusiva, es un derecho, no un favor. Para mi la pregunta no es esa, la pregunta es como podemos conseguir dar la mejor respuesta educativa a todos nuestros alumnos, a sus necesidades. El sistema educativo culpabiliza a los alumnos con diversidad funcional segregándolos, la diversidad no se elige. Los maestros necesitan formación, información y actitud ya que sin esos tres aspectos jamás conseguiremos una escuela inclusiva.”

Son pequeños gestos pero necesarios para cambiar actitudes y prejuicios, gestos que, a diario, veo en muchas madres diversas. El grado de discapacidad de nuestros hijos dependerá en gran parte de las actitudes que las personas que trabajan con ellos muestren, la confianza que pongan en sus capacidades y los recursos que utilicen para minimizar las dificultades.

Hoy me he sentido valiente y triste a partes iguales, pero segura de que son estos pequeños gestos los que conseguirán cambiar la realidad educativa de nuestros hijos. Somos gente pequeña haciendo cosas pequeñas, intentando cambiar una pequeña parte del mundo.
  

1 comentario:

  1. Para mi, que también comparto esta doble condición, uno de los aspectos más duros es comprobar que hay padres que no quieren/pueden reconocer la condición del hijo y le someten a exigencias absurdas y contraproducentes. Me siento impotente ante esta forma de neglgencia.

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